Alba , cariño, despierta, mamá quiere contarte algo. Algo que aparece en lo profundo de mi ser, que quiero compartir contigo, que me gustaría te hiciera comprender lo importantes que han sido las mujeres de mi vida, lo importante que tú eres para mí.
Y es que a pesar de la situación que ahora vivimos sin poder salir de casa con la libertad que solíamos tener, con miedo y tristeza, con una incertidumbre creciente, este confinamiento no es la parte más difícil de esta vida ni la que más te limita en tus acciones. Al contrario, es una oportunidad para ordenar aquello que siempre queda pendiente. Se ha parado el mundo aunque tú todavía no te des cuenta de ello. Y eso que muchas veces deseamos, “tener tiempo”, ahora parece incomodarnos por enfrentarnos a nosotros mismos. ¡Qué incomprensible es nuestra esencia humana!
Estos días a tu lado, mirándote mientras duermes, he podido conocerme sin miedo, desde la calidez y la seguridad de nuestro hogar, ese que creamos cuando te tengo entre mis brazos.

Alba, muchas veces he vivido de espaldas a mí misma, enfadada y distante, me he encerrado en mis adentros, capturando cada resquicio de expresión, ahogándome entre la acumulación de palabras por decir. Muchas veces he sido muda por voluntad propia, por miedo, por supervivencia y he callado mi alma golpeándola hasta dejarla sin sentido, para así creerme viva. ¡Qué ciega e inconsciente he sido destruyendo lo más valioso que tenía, a mí misma! Pero, esto también forma parte de nuestro crecimiento, de nuestro recorrido.
Te miro con el alma expuesta y sin poder evitar derramar mis lágrimas en forma de palabras surgidas por la necesidad de celebrar a las mujeres que me han dado la vida en muchas circunstancias, que me han transformado y enriquecido para ser hoy tu madre. Me recorro por dentro, como nunca lo había hecho, para descubrirme de qué estoy hecha, cómo he cambiado con los años, esa inocencia perdida por la crudeza de la vida y ver a la niña herida que lloraba en la penumbra y que ha ido madurando hasta hoy día. Y es entonces cuando siento la falta de aire que me ahoga por ese exceso de palabras agolpadas en mi garganta a las que deseo dar luz, tanto por decir, por llorar, por expresar. Un confinamiento interno que vivo desde hace años por miedo a mostrarme. Ha sido mi represión y crítica. ¡Qué sin sentido!

Y son las mujeres de mi vida las que me han ido reconstruyendo, pegando con mimo cada uno de los fragmentos de alma, cosiendo esos pellejos de piel desgarrada por mis manos. Me he dejado caer en muchas ocasiones en sus brazos, exhausta, avergonzada, dolorida y ellas me han sostenido, tal como hago yo contigo ahora entre mis brazos. Ellas me han arropado, acariciado el alma y curado sus heridas, han sido aire para mis pulmones. Y son ellas las que han convertido mis anhelos en suspiros que dejar volar, aliviando mis ansias y deseos, mis enojos. Soy una mujer hecha por el amor de otras mujeres, por su valentía y cordura, por su saber hacer y su entrega.
Ay, Alba, que me regalas tu sonrisa mientras escribo. Eres el cachito de mí más puro, el que más disfruto, el más sorprendente. Y yo quiero ser lo que mis mujeres han sido para mí, como lo es mi madre, ese abrazo fuerte que te sostenga cuando tú aún no hayas percibido que lo necesitas, aunque lo rechaces creyéndote capaz de vivir en tu soledad. Quiero ser quien impulse tu sonrisa desde la sombra, la mujer que te recoja si es necesario, la mujer que te admire desde el silencio.
Alba, despierta! Mamá tiene mucho que contarte, mucho que agradecerte, porque yo solo aspiro a ser una de las mujeres de tu vida que camine a tu lado viendo como floreces cada primavera.

Avance del ebook del concurso literario propuesto por Javier Simorra
Texto presentado al concurso literario propuesto por Javier Simorra.
Debe estar conectado para enviar un comentario.