Me calma , me ordena, me relaja.
Mi meditación es el dibujo.
Mi compañero de viaje, mis lágrimas de un mal día, mi sonrisa los domingos…
Mi vida es el dibujo, con mis luces y mis sombras, mis texturas y grafismos. Soy esa mancha de tinta que gotea, es pincel mojado. Tanto color por mezclar y descubrir. Mi vida es el dibujo porque es mi yo más personal, el más interno, el más cohibido, ese mudo de palabras. Ese maltratado.

Con ojos tristes y temerosos, agazapado en el rincón más oscuro, no se resiste a ser dibujo. Aparece y completa cada rincón de mi carcasa, se va transformando en grafito y papel, fluyendo por mis dedos, inagotable y sin miedo. Usando mis ojos, acariciando mi alma. Porque mi yo es el dibujo, sus formas, su expresión, sus detalles y me convierte en cada trazo. Me baila su felicidad por dentro ante un lienzo en blanco, creando cada luz desde mis sombras … para luego… luego observar esas líneas, esas manchas, mis dedos negros por el carbón, el resultado… Y desaparecer de nuevo hasta el próximo trabajo.
Esa parte de mí, miedosa e insegura, que se hace fuerte ante su amado. Que se desnuda ante el papel en blanco. Esa parte de mí que no se resiste a ser dibujo…